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Irrevocabilidad...

Irrevocable se define como “algo que no se puede revocar, anular o quitar.” La Biblia nos dice que “Todo don perfecto desciende de los alto, del Padre de las Luces, en el cual no hay mudanza (que no cambia, que no se inmuta) ni sombra de variación.” Quiere decir que juntamente con el don, con el regalo, el Dios que no cambia, tampoco revoca ni anula el llamado que nos hace ni los dones que El nos da. Dios no es como nosotros los hombres que revocamos, anulamos y hasta quitamos lo que damos. Eso es lo bueno y maravilloso de Dios, que Dios lo que da no nos lo quita. Pablo nos reafirma la gracia de Dios cuando nos dice: “Irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.” (Romanos 11:29) Algunos me dirán, sí Pastor, pero, ¿qué del siervo negligente que enterró su talento y le fue quitado y dado al que había multiplicado los cinco talentos? Sencillo, la irrevocabilidad de los dones está activa durante el tiempo que tenemos en la tierra para ejercerlos. Pues es nuestra irresponsabilidad la que inactiva el don o el llamamiento. Entendiendo que la durabilidad del don está en directa relación con la durabilidad de nuestro nombramiento. ¿Porqué? Jesús lo dice de esta forma: “Trabajen mientras el día dure, pues la noche viene cuando NADIE podrá trabajar.

“Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.” (Juan 9:4)

Tanto los dones y el llamamiento tienen una durabilidad, y solo nuestra irresponsabilidad los limita, los entierra, o los anula. Otro aspecto es la culpabilidad. Cuando no tomamos responsabilidad sobre nuestro llamdo o nuestros dones, entonces tendemos a culpar a otros: “Por culpa del pastor...” “Por culpa del director de alabanza...” “Por culpa de la directora de damas...” Todas esas excusas no tienen valor alguno para Dios, ¿Porqué? Porque el llama es Dios. El que nos da los dones es Dios. El que nos da la encomienda es Dios, no es el hombre, aunque Dios utilize hombres para hablarnos, enseñarnos, guiarnos, aconsejarnos, etc.

La pregunta es ¿que estás haciendo con el don o los dones que Dios te ha dado? ¿Cómo has respondido a la responsabilidad que se te asignó? Recuerda, un día TODOS tendremos que darle cuenta a Dios por el don que nos dio y con el llamado que nos hizo.

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