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“Viendo la luz al final del tunel.”

Utilizando como texto clave: 1 Corintios 10:13 “No nos ha sobrevenido ninguna tentación (prueba) que no sea humana; pero fiel es Dios, que no nos dejará ser tentados más allá de lo que podamos resistir, sinoq ue dará también juntamente con la tentación la salida, para que puedan soportar.” Esta expresión ha sido relacionada a las experiencias de personas cercanas a la muerte o que han muerto y revivido por algún motivo sobrenatural. Pero existe también situaciones de encerramiento, cuando por algún motivo nos sentimos recluídos, encerrados en alguna situación, estado, actitud, etc. Se producen efectos de insociabilidad, como una tendencia excesiva a encerrarnos en nuestro propio mundo. Cuando decimos “luz al final del tunel” nos referimos a una señal de mejoras cuando hemos pasado o estamos pasando por situaciones, negativas, adversas o de crisis que tal parecían no tener fin. Existen también cuevas o cavernas de encarramiento, cuevas de oscuridad, cárceles o masmorras espirituales donde no entra la luz, pues estamos en lo más profundo de esa situación. Una cueva o caverna es una cavida natural del terreno o en sitios rocosos, que ha sido creada o causada por algún tipo de erosión de corrientes de aguas, de hielo o lava. Las cuevas se forman por disolución de la roca caliza por causa de aguas con alto contenido acídico. Mientras meditaba en este tema fui a la Biblia e investigué acerca de situaciones o experiencias de siervos de Dios en relación a encerrarse en cavernas por algún motivo. Y encontre varios ejemplos. Cuevas de Temor. En Génesis 19:30, encontramos a Lot huyendo de Sodoma, quien le había pedido a los mensajeros de Dios que le permitieran habitar en Zoar, la cual estaba en un monte. Pero la Biblia dice que “tuvo miedo de quedarse en Zoar, y habitó en una cueva él y sus dos hijas...” Tal experiencia vino a ser desastrosa, pues cuando las hijas de Dios vieron la destrucción, como sus maridos se habían quedado en Sodoma, por temor a no tener descendencia, embriagaron a su padre y hubo una relación incestuosa. El encerramiento en aquella cueva, por causa del temor, los llevó a una situación de mayor oscuridad, en este caso espiritual. Cuevas de Sepultura En Génesis 23:8-10, Abraham ante la muerte de Sara, su amada esposa, le compra una cueva a Efrón de los hijos de Het, la llamada Cueva de Macpela, “para sepultar a su muerta...” ¿Cuántas veces no hemos enterrado lo que más amamos? Tal vez una relación deteriorada. Un sueño o anhelo no alcanzado. Quien sabe si enterraste tu ministerio, tus dones o talentos. Y tal parece que no hay una luz al final de ese tunel. Cuevas de Peligro y Aprietos... En cierta ocasión ante la gran demostración de fuerza y poderío del enemigo, somos intimidados, como lo fue Israel en 1 Samuel 13:5-7, dice el verso 6, “que los de Israel vieron que estaban en estrecho, (porque el pueblo estaba en aprieto), se escondieron en cuevas, en fosos, en peñascos, en rocas y cisternas...” ¡Qué situación cuando a veces porque estamos en una situación crítica, por peligro o en aprietos, decidimos escondernos en las cuevas de nuestros temores y desventajas. Y nos preguntamos, ¿acaso habrá luz al final de este tunel? Cuevas de Aflicción, deuda y amarguras. Ante una situación bien adversa, y por causa de la persecución de Saul, David tuvo que huir y se escondió en la Cueva de Adulam en Mizpa (1 Samuel 22) y dice el verso 2 “Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu...” ¿Cuántas experiencias no hemos tenido que nos han causado aflicción, que nos han causado endeudarnos y que han resultado en amargura de nuestra alma y de nuestro espíritu y no sabemos qué hacer. Situaciones que nos obligan a encerrarnos en las cuevas de nuestras aflicciones, y en lo más profundo de las cuevas de nuestras amarguras y nos preguntamos, ¿habrá luz al final del tunel? Un último ejemplo, fue “Cuevas de Huída y Refugio.” (1 Reyes 19) Fue éste el caso del Profeta Elías, quien después de haber enfrentado al Rey Acab, y luego de haber retado a los 450 profetas de Baál y a los 400 profetas de la diosa Asera, y de haberlos derrotado moralmente y espiritualmente; habiéndo el verdadero Dios respondido con fuego. Luego de haberlos degollado en el Arroyo de Cisón, escuchó de la amenaza de una mujer, Jezabel y huyó. En su huída Dios lo alimentó y el profeta caminó en el desierto por 40 días y 40 noches, pero llegando a Horeb, dice la Biblia: “y allí se metió en una cueva...” Dios, quien no desea vernos encerrados en nuestros temores o situaciones, le dice: ¿Qué haces aquí Elías? Fue allí donde Dios lo lleva a ver “la luz al final del tunel.” Dios le da varias instrucciones a su siervo. Primero Dios le dice: “Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová.” (19:11) Porque para poder ver la luz al final del tunel o de la caverna, o de la cueva, es necesario salir fuera de ella y colocarse en oración ante el monte de Dios. Pero el profeta aun así permaneció adentro, por causa del viento fuerte, por causa del terremoto y por causa del fuego. (11-12) ¿Cuántas veces no nos quedamos todavía encerrados por el terremoto de situaciones, por lo fuerte de los vientos contrarios y por el fuego de prueba que nos ha sobrevenido? Cuando el profeta decide ponerse “a la puerta de la cueva” (v. 13), es cuando oye el “silbido apacible y delicado” de parte de Dios y vuelve a escuchar la voz de Dios: ¿Qué haces aquí Elías? Partiendo de esa dulce experiencia, fue que el profeta finalmente ve la luz al final de la cueva y Dios pudo darle instrucciones claras, pues hasta que no vemos la luz de Dios seguimos encerrados en nuestras crisis. Dios entonces le dice: Regresa Elías, “Ve, vuelve por tu camino...” Vuelve a tu pasión, regresa a tu primer amor. Ve y regresa y has tu ministerio, y comienza a ungir y a bendecir a otros: “Ungirás a Azael por Rey de Siria, a Jehu hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel, y a Eliseo hijo de Safat... ungirás para que sea profeta en tu lugar. En otras palabras, regresa a tu lugar, unge, ministra, discipula. Cumple tu ministerio. Mientras continuemos encerrados en nosotros mismos, enfocados en nuestras propias situaciones, crisis, temores, etc., continuaremos sin ver la luz al final del tunel. CRISTO ES SIEMPRE ESA LUZ AL FINAL DE NUESTROS TUNELES O CUEVAS! “Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo.”


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